El 19 y 20 de diciembre de 2001 se dio en Argentina una de las luchas más importantes desde los 70 a esta parte. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, HISTÓRICAS. El pueblo en la calle logró hacer renunciar al entonces Presidente, Fernando De La Rúa. Continuador de los planes económicos de Menem, El pueblo creyó, por sus discursos, que venía a fundar una nueva Era en Argentina. En cuanto las amplias masas de la ciudad se dieron cuenta que era más de lo mismo, salieron a la calle. Se desarrollaron y originaron nuevas organización de lucha contra el poder de este Estado para los ricos: Los Piqueteros, las Asambleas Populares y las Fábricas Ocupadas.

Así empieza uno de los períodos de más amplia politización y activismo político en Argentina desde los 70 y de creación de nuevos fenómenos obreros y populares. Hacía algunos años que en diferentes lugares del país se habían organizado trabajadores que estaban desocupados como consecuencia de las privatizaciones. Las primeras manifestaciones fueron en lugares donde la privatización de YPF dejó un tendal de despedidos. Neuquén, Tartagal, San Salvador de Jujuy fueron las primeras ciudades donde se organizaron y empezaron a luchar. A partir de su método de lucha, el corte de rutas, es que lograron oírse y hacerse conocer a todo el país. Los cortes eran protagonizados por varios cientos de desocupados reclamando trabajo genuino y se organizaban en piquetes de auto-defensa para resistir los embates de la policía y la gendarmería. Es de ahí que sale su nombre más popular: PIQUETEROS, muchas organizaciones también se conocen como Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD). Esto se extendió al Gran Buenos Aires y durante fines de 2001 y principios de 2002 crecieron mucho. Juegan un rol muy importante dentro de la realidad política nacional.
Las capas medias que fueron protagonistas en las movilizaciones del 19 y el 20 y que estaban más atrás en la lucha, dieron un vuelco espectacular. Primero cuando se movilizaron solidariamente con los mal llamados "saqueadores" contra el Estado de Sitio y el Presidente, y, luego, al organizarse de una manera novedosa: Las Asambleas Populares o Barriales. Uno de los aspectos más importante que tienen estas Asambleas es su libre Deliberación y Democracia directa, cosas que este sistema "democrático" no permite. En estas Asambleas se discutía desde las cuestiones
más concretas del barrio hasta las más globales (por ejemplo, si había que pagar la Deuda Externa o no). Hoy día muchas se encuentran en debate sobre cómo repudiar las próximas elecciones venideras el 27 de abril que viene.

La clase obrera que protagonizó 8 huelgas generales contra De La Rúa, no participó a través de sus organizaciones en las movilizaciones de diciembre. Sectores de trabajadores de las ciudades sí lo han hecho dentro de las mismas pero a título individual. Dentro de la Clase Obrera se dio un fenómeno nuevo, anticapitalista y potencialmente revolucionario: La ocupación de fábricas y puesta a producir por los mismos trabajadores. Se comprobó algo que dijo Hebe de Bonafini: "Las fábricas sin patrones pueden producir, pero sin obreros seguro que no". Los trabajadores de estas fábricas demostraron cómo ellos sí puede conservar los puestos de trabajo y tomar más trabajadores, cómo se puede solucionar el problema de la desocupación. Algo que ningún gobierno ha sabido resolver, más bien todo lo contrario.

Algo muy importante es que estos fenómenos de lucha, los más importante que se están desarrollando, están en contacto, a través de sus organizaciones, y tienen el desafío de avanzar en una lucha común nacional. Las organizaciones obreras, piqueteras, las asambleas de barrios para enfrentar al actual Gobierno de Duhalde tendrán que organizarse democráticamente para lograr una unión de lucha duradera y efectiva. El gobierno constantemente arremete a través de la "Justicia" y las "fuerzas de orden" contra los Piqueteros, Trabajadores en Lucha o los asambleístas. Sin embargo, hay que señalar que han perdido ese dinamismo que tuvieron en los primeros meses.
Estas jornadas de rebeldía son parte de grandes luchas que están librado los pueblos latinoamericanos. Los el pueblo y el campesinado de Ecuador que echaron a Mahuad de la presidencia, las grandes movilizaciones populares de Venezuela que luchas que evitaron el golpe pro-imperialista, las movilizaciones que frenaron la privatización del agua y ahora las manifestaciones que derrotaron el ajuste de Goni en Bolivia, las movilizaciones de Arequipa (segunda ciudad de Perú) con las que vencieron el intento del presidente Toledo de privatizar la electricidad y muchas más. Estas luchas reflejan un corrimiento de amplios sectores de la población hacia alternativas de lucha y más de izquierda.
También se han reflejado en varias elecciones. Por ejemplo, en las elecciones que Lula ha ganado en Brasil, en la victoria que consiguió Gutiérrez en Ecuador (era la primera vez que se presentaba), en el segundo puesto que consiguió Evo Morales en Bolivia (era la primera vez que se presentaba).

BREVE CONTEXTO HISTÓRICO

La mayoría de los españoles tienen la imagen de Argentina como uno de los países potencia. Argentina ha sido destino de muchos españoles que en los 40 y los 50 sufrieron las consecuencias económicas y políticas del franquismo. Quizás esta situación junto a falsas imágenes de nuestro país que emiten los medios de difusión argentinos y de otros países hayan generado esta idea. Nada más lejos de la realidad.
La verdad es que Argentina en los últimos 30 años viene de crisis en crisis. Ese país que en algún momento parecía ser una potencia, se mostró como altamente dependiente de EEUU. La pesadísima carga de la deuda externa, la derrota de Malvinas ante el imperialismo inglés (en 1982) y las privatizaciones de las importantes empresas del Estado (a principios de los 90), junto a una clase dirigente nativa dispuesta a entregar el patrimonio de la nación a las grandes potencias han configurado un país dominado. Con la dictadura militar se profundiza en Argentina los nuevos planes económicos Neoliberales

(desindustrialización, deuda externa, ataque a todo tipo de conquista). Se necesitó derrotar físicamente el período de grandes luchas obreras que abrió el Cordobazo . Una generación de luchadores fue destrozada por la Dictadura militar. 30.000 compañeros desaparecidos . La llegada de la democracia, en 1983, no significó ningún cambio económico, aunque sí hubo más libertad de organización política y sindical. Los diferentes gobiernos "democráticos" han hundido cada vez más a la Nación en las garras del imperialismo de las multinacionales estadounidenses y, en menor medida, europeas. La crisis de la deuda externa en el primer lustro de los 80, la hiperinflación en 1989 y 1991, las privatizaciones al año siguiente, la corta recesión en el '95.

Finalmente la larga recesión del '98 al 2001 coronó el cambio de siglo. La mitad de población por debajo de la línea de la pobreza, niños que se mueren de hambre en los hospitales públicos sin medicamentos, 21% de desocupación, subsidios de desempleo miserables, una inflación que se dispara, caída en picada del PIB, y un largo etcétera. Menem , con el apoyo del FMI, los gobiernos de EEUU y de España; y su sucesor, De La Rúa se han encargado, en los últimos años, de dirigir al país hacia la crisis política y económica más importante de su historia.

LAS JORNADAS DEL 19 Y 20 DE DICIEMBRE

Todos estos planes han generado resistencia entre la población. Huelgas Generales , manifestaciones, luchas obreras y populares. Pero es recién al final de 2001, cuando la población logra parar en seco estos planes del Capital. Las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre que han conseguido la renuncia del entonces presidente, Fernando De La Rúa, han cambiado la realidad política del pueblo argentino. Entre el 16 de diciembre y el 18 se organizaron lo que la prensa servil del poder ha denominado "saqueos". Los estratos más pobres de la población acudieron a las grandes superficies y a todo tipo de negocio a tomar lo que le quitaron: alimentos principalmente. La policía empezó con la matanza de compañeros.

El presidente decreta el Estado de Sitio para reprimir a los pobres que estaban en los supermercados recuperando lo que le quitaron. En menos de una hora varias decenas de miles de personas en diferentes ciudades del país se movilizaron aquella noche del 19 de diciembre de 2001. En la Ciudad de Buenos Aires fueron más de 200.000 al grito de: "¡Ohhh Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!", "¡Sin peronistas , sin radicales vamos a vivir mejor!", "El Estado de Sitio se lo meten en el culo". Amplios sectores populares se auto-convocaron, sin el accionar de ninguno de los partidos ni sindicatos. Y la Plaza de Mayo estuvo llena hasta altas horas de la madrugada. El jueves 20, mientras las ciudades amanecían humeantes

por las últimas fogatas y había montones de barrios con comercios saqueados en los suburbios de las grandes ciudades, algunos remanentes de la movilización nocturna permanecían haciendo sonar incansablemente los tachos de basura municipales, frente a una Casa Rosada plagada de policías, con la esperanza de que volviera la multitud de la noche anterior que había sido dispersada con gases lacrimógenos y con la noticia de la renuncia del ministro. (En cierta medida, el "puente" entre un día y el otro fue un gran contingente que luego de la represión por la noche en Plaza de Mayo marchó hasta Congreso y se quedó allí hasta las 3 de la mañana). Festejaban la caída del Ministro de Economía, Domingo Cavallo . Durante toda la mañana del jueves, engrosaron sus filas con trabajadores (oficinistas, cadetes, empleados bancarios, etc.) que decidieron "desviarse" en el camino a sus trabajos, estudiantes y militantes sueltos de organizaciones diversas. Aquí se inició el tercer episodio, el que la prensa dio en llamar la Batalla de Plaza de Mayo. La Policía Federal, con una actitud durísima, trató de impedir durante todo el día que se llenara la Plaza.

Desde el mediodía, se incrementó la participación de jóvenes trabajadores, desocupados y ocupados, y estudiantes, que adquirieron un peso abrumador en los grupos de combate más decididos. Para las 16 horas, la suerte de De La Rúa estaba echada. Ya había alrededor de cinco compañeros muertos por balas de plomo (dos más morirían al día siguiente en el hospital) y el breve discurso del ex presidente fue una propuesta última y miserable "para la historia": ofrecer un gobierno de unidad nacional a los peronistas como forma de compartir la responsabilidad por el trágico desenlace. Al caer la tarde, se seguía combatiendo, y cerca de las 19 horas, el increíble De La Rúa renunciaba y se fugaba en helicóptero de la Casa Rosada.

Estos acontecimientos desencadenaron un proceso de luchas que, si bien no está al mismo nivel que esos días, aún no han apagado la llama encendida. Los grandes desafíos que ha puesto en la mesa el pueblo argentino aún se encuentran pendientes de repuesta.

Los acontecimientos, ya sea en Argentina o en el mundo, por ejemplo la guerra, nos dirán cuales caminos transitarán en esta nueva etapa de luchas abiertas.